05 Oct Mi presentación
Me hallo en el teatro de la existencia. Aparezco en escena con un vestido raído cubierto por un delantalito amarillento y medias hasta medio muslo formando rosquillas en mis tobillos enjutos. Dos trenzas desaliñadas enmarcan mis ojos vivarachos y una sonrisa esquiva orientada al estrado.
Escucho una voz que me suena a eco que ha tardado eones en retornar:
– Y ahora les presento a nuestra siguiente invitada. Con nosotros, ¡Elena Porté!
«¿Me piden que me presente…?», pienso alzando la cabeza en un intento de hacer frente a las fauces del foco que me tiene acorralada. Entorno los ojos cegados por una luz que podría disolverme y encogiéndome de hombros, me digo:» «umm, pues no sé… no sé. En verdad no encajo en ningún atuendo», sigo aquí plantada. «Todos me aprietan, me reducen o diluyen mi ser», habla mi conciencia.
«Nunca he sabido presentarme». Y con un pensamiento escapado por la boca, me escucho diciendo: «soy tanto y tan poco a la vez».
Mi conversación interna continúa filtrándose a través de mis labios.
– En este momento soy…
Empiezo a danzar como una bailarina encumbrándome en mi tutú. Me entrego al espacio, lo abrazo, me abro completa y salto un arabesco trazando una gigantesca cúpula, por encima de la alfombra parda que forman los siete mil millones de espectadores concentrados.
– En verdad, puedo serlo todo… -advierto ya en voz alta.
Y ahora, de vuelta a la tarima, con ojos bien abiertos y brazos en jarras, desafío al público que abarrota la platea cuyo límite no alcanzo a distinguir. «Al fin y al cabo, todos van a salir al estrado», y ese pensamiento me recorre en forma de descarga energizante.
Aparezco enfundada en un traje de chaqueta con gafas oscuras.
– Ahora… soy una ejecutiva agresiva -anuncio proyectando la voz, aunque sé que me oyen los que quieren recibir.
– Me confundo con mi rol y a por todos voy. Exigente y gruñona, saco toda mi frustración ante los pobres espejos que me reflejan cómo yo soy. -En ese instante, la audiencia se transforma en una luna que devuelve la imagen de puzle encajando miríadas de cabecitas coloridas del tamaño de un alfiler.
Se disuelve la escena y emerge una estancia bañada en claridad.
Saludo con gesto liviano sentada detrás de un caballete, pincel en mano y folios esparcidos sobre un escritorio a mi lado.
– En pintora y escritora divertida, también me puedo convertir, porque creativa sí soy y disfruto haciendo reír. Almas puedo retratar y también historias contar. Algunas son mis pasiones y me permiten evolucionar. Otras, como la cocina, simplemente degustar el juego de probar y errar.
Vestida con ropa de calle y mostrando una sonrisa serena, me veo ahora sentada sobre un viejo baúl dirigiéndome otra vez a la audiencia amada con quien siento haber recorrido un viaje.
– Esta soy yo, ya lo veis. Un espíritu inquieto o demasiado quieto que todo y nada es a la vez, pudiendo manifestarse en mil caras, a la par que con muchos traspiés.
Y prosigo…
– Me fascinan los misterios de la psique. La evolución de la consciencia que siempre es. Y no pasa un sólo día sin que dé rienda suelta a una mente desenvuelta que todo lo analiza y con frecuencia se paraliza.
– Gracias por siempre.
Ya de espaldas traspasando la cortina del escenario, retumba de nuevo la voz.
– Y ahora les presento a nuestro siguiente invitado. Con nosotros…
Otro océano de aplausos inunda el teatro.